miércoles, 12 de octubre de 2016

Por que las Mujeres no alcanzan el orgasmo

Ana es una mujer aparentemente sana, lleva años con su pareja, le atrae, siente deseo, se excita y mantiene y disfruta de las relaciones sexuales con él. Sin embargo, no es capaz de alcanzar el orgasmo. El caso de Eva les ocurre a más mujeres y es motivo de consulta recurrente a los expertos. 
Si buscamos cifras sobre la cantidad de mujeres que tienen esta incapacidad, éstas bailan. Se dice quecerca del 60 por ciento de las mujeres no alcanza el orgasmo, pero este dato es antiguo y tal y como confirma Silvia Carpallo, periodista especializada en salud y sexóloga, se refiere únicamente al orgasmo a través de la penetración vaginal y se olvida de que el clítoris es el encargado del placer sexual.
Respecto a las causas, Rosario Castaño, directora de la Unidad de Psicología Clínica y de Sexología del Centro Médico Instituto Palacios, indica que una mujer puede tener sexo sin orgasmo; las causas de que esto ocurra generalmente suelen ser psicológicas. “No debemos pensar sólo en traumas infantiles. Se puede deber a una educación estricta donde las mujeres tienen que tener un papel subordinado al varón y además responder a unos estereotipos en los que una mujer respetable no debería manifestar ningún tipo de sensación o sentimiento sexual”, y continúa, “esto unido a un carácter controlador, a mitos o miedos infundidos, o baja autoestima sexual puede provocar anorgasmia. En estos casos, la mujer se adapta a los deseos y necesidades de su pareja y no consigue desinhibirse, no olvidemos que el orgasmo no deja de ser una autoafirmación de sí mismo, tanto en la mujer como en el varón”.
Sin embargo, en algunos casos esto se debe a otros problemas como la dispareunia, por ejemplo, pasando por una infección que provoca dolor vaginal, hasta una endometriosis, o como consecuencia del efecto secundario de algún medicamento, como los antidepresivos. Además, si la anorgasmia es secundaria (se han tenido anteriormente orgasmos, pero ahora no) las causas pueden ser debido a problemas con la pareja actual, o con la edad, como consecuencia del síndrome menopáusico, ya que el déficit de hormonas sexuales provoca la incapacidad para alcanzar el ciclo de la respuesta orgásmica.

¿Ya no voy a disfrutar de la intimidad con mi pareja?

La respuesta es no. “Yo lo explico diciendo que hay que dejar de ver el sexo como una carrera en la que solo nos obsesionamos con llegar a la meta y empezar a verlo con un paseo, en el que podemos disfrutar de las vistas, de la compañía, de pequeños momentos...”, señala Carpallo, autora del libro El orgasmo de mi vida.
El problema para la mujer, especifica Castaño, comienza cuando aparece la frustración al no conseguir calmar la excitación por medio del orgasmo y sienten que les falta algo y que tienen un problema físico que deben resolver. “La mujer no consigue algo que considera que todas las tienen de forma natural, suele ocurrir cuando además, tiene una pareja que no para de preguntar qué tal le ha ido en cada relación y no quiere mentir, lo que le hace sentir como si tuviera que cumplir con una obligación”, apostilla.
En estas circunstancias conseguir un orgasmo puede llegar a convertirse en una obsesión e impedir a la mujer disfrutar de su sexualidad.

Causas y soluciones: ¿por dónde empiezo?

En muchos casos la situación puede ser más frustrante para la mujer puesto que ella sola mediante la masturbación sí llega al orgasmo, pero en pareja no. “Puede ser que la mujer a solas se concentre en su placer y que en pareja se sienta más dispersa y le cueste llegar; puede ser que sepa lo que le gusta, pero que le cueste comunicarlo, o puede ser que la pareja tenga dificultad para llevarlo a cabo, o que se trate de parejas ocasionales con las que sea más difícil tener confianza... Son muchos factores, por ello lo más importante es la comunicación, ver qué puede ser lo que nos está dificultando esa experiencia y buscar, juntos, la forma de que se vuelva igual de placentera para ambos”, recomienda Carpallo.
A la falta de comunicación en la pareja se le añade otro factor, la vergüenza. Castaño explica que la vergüenza es el primer sentimiento humano que se instala y es necesario pues marca la diferencia entre una persona y otra y contribuye a formar nuestra identidad. Sin embargo, el exceso de vergüenza, el sentimiento de avergonzarse de uno mismo, es uno de los que más bloquean la espontaneidad en la relación sexual.
El primer paso para acabar con esta frustración es seguir un tratamiento de terapia individual que ayude a la mujer a entender su propia sexualidad. En la mayoría de los casos a este tratamiento inicial se suma la terapia de pareja “porque la relación sexual es una cosa de dos y el peligro es considerar que el problema y la responsabilidad de la buena marcha de una relación sexual es sólo de uno de sus miembros”, según especifica la directora de la Unidad de Psicología y Sexología del Instituto Palacios.
Ambas tranquilizan a las mujeres: pueden conseguir el orgasmo. Castaño da una serie de recomendaciones: en primer lugar hay que aprender a pensar en una misma, conseguir una autoestima sexual, aprender a hacerse cargo de sus sensaciones sexuales, trabajar el sentimiento de vergüenza y la capacidad para la iniciativa en la relación y posteriormente investigar sobres sus fantasías sexuales.
“Este tema suele ser complejo precisamente porque las personas confunden fantasías sexuales con lo que superficialmente se entiende por hacer sexo de una u otra manera, y en realidad de lo que estamos hablando es de cómo se fantasea alguien en el sexo, como se ve a sí misma como persona sexual, no se trata tanto de saber qué le gusta o no el sexo”, aclara. Por otra parte, es importante trabajar qué se le pide a la pareja, o qué no por miedo y miedo a qué.
Es un aprendizaje continuo. No se trata de vivir la búsqueda del orgasmo con ansiedad, sino como un juego en el que ir descubriendo nuevas sensaciones, ir probando cosas”, concluye Carpallo.

Ver también:

domingo, 10 de abril de 2016

Los Amores en la Literatura Catalana Laura Borras

El 10 de abril tuvo lugar en la Casa del Libro (rambla de Catalunya, 37, Barcelona) la presentación de Dos amants com nosaltres (Ara Llibres), de la profesora de la UB Laura Borràs, una recopilación comentada de las historias de amor y desamor más apasionadas que ha producido la literatura catalana. El nuevo volumen de Borràs fue presentado por el catedrático de Lingüística de la UB Sebastià Serrano.
Un año después de acercarse al gran público con el ensayo Per què llegir els clàssics, avui, Laura Borràs recoge algunas de las historias de amor y desamor más intensas de la literatura catalana, desde la relación imaginada por Joanot Martorell entre Tirante y Carmesina o el enfrentamiento entre el amor puro y el amor posesivo de Tierra baja, de Guimerà, hasta los amores perdidos o los amores adolescentes de Espejo roto, de Rodoreda, o la inspirada Teoria dels cossos, de Gabriel Ferrater.

ELS AMORS D'HIPÒLIT I DE L'EMPERADRIU


ELS AMORS D'HIPÒLIT I DE L'EMPERADRIU
L'emperadriu se n'anà a la seva cambra i digué a les seves donzelles que li fessin venir els cambrers, per tal com volia mudar les cortines de ras i posar-n'hi unes altres de seda, totes brodades. Els digué:
-L'emperador m'ha dit que aquesta nit vol venir ací, i desitjo fer-li una mica de festa, per tal com fa molt temps que no hi ha vingut.
A corre-cuita féu desmuntar tota la cambra i la féu encortinar tota de teixits de brocat i de seda; després féu perfumar molt bé la cambra i el llit.
Quan hagueren sopat, l'emperadriu es retirà dient que tenia mal de cap. Una donzella que s'anomenava Eliseu, en presència de totes les altres donzelles, li digué:
-Senyora, vol vostra altesa que faci venir els metges perquè us donin algun remei?
-Fes el que vulguis -digué l'emperadriu-, però procura que l'emperador no se n'assabenti, perquè no fos que s'excusés de venir ací aquesta nit.
Immediatament vingueren els metges i li prengueren el pols, i l'hi trobaren molt alterat per l'excitació que tenia, com si esperés entrar en lliça de camp closcontra cavaller jove i temés la perillosa batalla. Digueren els metges:
-Bo serà, senyora, que vostra majestat prengui uns quants confits de canyamó amb un got de malvasia, que us alleugeriran el cap i us faran dormir.
Respongué l'emperadriu:
-Bé em penso que dormiré ben poc, a causa del molt mal que sento, i que encara menys reposaré, car, en l'estat en què em trobo, crec que cercaré totes els racons del llit.
-Senyora -digueren els metges-, si això s'esdevenia com la majestat vostra ha dit, feu-nos cridar de seguida; o si preferiu que us vetllem a la porta de la vostra cambra o ací dins, perquè d'hora en hora us puguem mirar la cara, així passarem tota la nit.
-Ni un servei ni un oferiment semblants -digué l'emperadriu-, no els accepto de moment, car vull tenir tot el llit per a mi, i no vull que cap de vosaltres em miri a la cara si mostrava algun neguit, car un mal com el que jo tinc no suporta la vista de ningú. I, amb aquesta, us en podeu anar, car jo em vull posar al llit.
Els metges se n'anaren. Quan foren a la porta li digueren que no s'oblidés dels confits i que els remullés bé amb la malvasia, perquè li anirien molt bé per a l'estómac. L'emperadriu fou tan obedient que una gran capsa se'n menjà; després els remullà molt bé. I manà que perfumessin molt bé el llit i féu posaralgàlia als llençols i als coixins. Quan això fou fet, i ella ben perfumada, manà a les seves donzelles que se n'anessin a dormir i que tanquessin la porta de la seva cambra.
A la cambra de l'emperadriu hi havia un recambró on ella s'acostumava a pentinar, i al recambró hi havia una porta que eixia en un terrat, on Hipòlit estava. I per la manera com ella es llevà, Eliseu la sentí i es llevà immediatament pensant que l'emperadriu no tingués algun mal. I  trobant-se a la cambra, li digué:
-Què té vostra altesa que així us heu llevat? Us senteu més malament que no crèieu?
-No -respongué l'emperadriu-, al contrari, em sento molt bé, però m'havia oblidat de dir aquella devota oració que jo acostumo a dir cada nit.
Digué Eliseu:
-Senyora, feu-me la immensa gràcia que vostra altesa me la vulgui dir.
-De bon grat -digué l'emperadriu-. I és aquesta, que a la nit, quan veuràs el primer estel, t'agenollaràs a terra i diràs tres parenostres i tres avemaries en veneració dels tres reis d'Orient, perquè, així com ells foren guiats i guardats (anant, vetllant, dormint i estant) de les mans del rei Herodes, els plagui voler recaptar-te la gràcia del gloriós Déu Jesús i de la seva santíssima Mare, a fi que siguis alliberada de vergonya i d'infàmia i perquè totes les teves coses prosperin i augmentin en béns; i estigues segura que obtindràs tot el que vulguis. I no em destorbis de la meva oració.
La donzella se'n tornà al llit i l'emperadriu entrè al recambró. Quan considerà que la donzella ja era al llit i sentí tocar l'hora fixada, es vestí sobre la camisa una roba de vellut verd folrat de marts gibelins. I un cop oberta la porta del terrat, veié que Hipòlit hi estava estès, sobre el terrat, perquè no pogués ésser vist des d'enlloc. Ho celebrà, pensant que ell guardaria molt bé el seu honor. Quan Hipòlit la veié, si bé cada vegada es feia més fosca nit, s'aixecà immediatament i anà cap a ella. I, agenollant-se, li besà les mans i també li volia besar els peus, però la valerosa senyora no ho comportà, sinó que el besà moltes vegades a la boca; l'agafà de la mà, mostrant-li un amor infinit, i li digué que anessin a la cambra. I Hipòlit digué:
-Senyora, la majestat vostra m'haurà de perdonar, perquè mai no entraré a la cambra fins que el meu desig no participi en la glòria esdevenidora.
I la prengué en braços i la posà a terra, i aquí sentiren l'última fi de l'amor.
Després, amb moltíssima satisfacció, entraren al recambró. (...)
-Senyora -digué Hipòlit-, ara no és temps de fer gaires raons, sinó que us demano, com a gran gràcia i favor, que anem al llit, i allí parlarem d'altres negocis que augmentaran el vostre plaer i seran un gran consol per a mi.
I dit això, tot d'una Hipòlit es despullà. Anà cap a la gentil vella i li despullà la roba que vestia, i l'emperadriu restà en camisa. I era el seu noble cos tan gentil i proporcionat, que qui la veiés d'aquesta manera s'adonaria com era una donzella que posseïa tanta bellesa com pogués trobar-se al món. La seva filla Carmesina se li assemblava en moltes coses, però no en totes en conjunt, car l'emperadriu, quan tenia la seva edat, la sobrepassava. El galant l'agafà del braç i la pujà al llit, i aquí estigueren parlant i rient així com s'acostuma entre les persones enamorades. Passada la mitjanit, la senyora sospirà profundament.
-Per què sospira vostra majestat? -digué Hipòlit-. Digueu-m'ho, us ho demano per pietat, així Déu us deixi complir tot el vostre desig. Serà potser perquè no heu quedat prou satisfeta amb mi?
-És tot al contrari del que dius -digué l'emperadriu-, car, per contra, m'ha augmentat la voluntat, ja que, si al principi et tenia per bo, ara et tinc per molt millor i més valent. La causa del meu sospir no ha estat per voler  més, sinó perquè em dolc  de tu perquè et tindran per heretge.
-Com, senyora! -digué Hipòlit-. Què he fet jo perquè m'hagin de tenir per heretge?
-Certament -digué l'emperadriu-, sí que ho poden fer, perquè t'has enamorat de ta mare i has mostrat la teva valentia.
-Senyora -digué Hipòlit-, ningú no coneix el vostre gran valor sinó jo, que miro el vostre galant cos, ple de totes les perfeccions, i no hi veig res que hi sigui sobrer.
D'aquestes coses i de moltes altres parlaren els dos enamorats, amb tots aquells plaers i llepolies de què solen gaudir aquells qui bé s'estimen, i no dormiren en tota la nit, que gairebé el dia volia arribar. I bé que l'emperadriu digué la veritat als metges, que poc dormiria aquella nit. I ja cansats de vetllar, s'adormiren quan ja era de dia.
Quan ja era ple dia, la donzella Eliseu, qua ja s'havia acabat de vestir, entrà a la cambra de l'emperadriu per demanar-li com es trobava i si volia manar-li res. Quan s'acostà al lllit, veié un home al costat de l'emperadriu, la qual tenia el braç estès, i el cap del galant sobre el braç i la boca a la mamella.
-Ai, Maria santíssima! -digué Eliseu-. Qui és aquest traïdor renegat que ha enganyat la meva senyora?
Tingué la temptació de cridar amb forts crits, com aquell qui vol dir:
-Mori el traïdor que amb cautela i engany ha entrat en aquesta cambra per posseir el goig d'aquest benaventurat llit!
Però després pensà que ningú no hauria tingut tan d'atreviment d'entrar allí contra la voluntat de l'emperadriu, i que l'adornament de la cambra no tenia gens de misteri. I feia tot el possible per reconèixer-lo i no podia, perquè aquell tenia el cap abaixat i no el podia distingir bé. Tenia por que les altres donzelles no entressin a la cambra per servir l'emperadriu, així com acostumaven a fer. Eliseu entrà on elles dormien i els digué:
-La senyora us mana que no eixiu de la canbra perquè no feu soroll, perquè encara no ha acontentat prou els seus ulls amb l'agradable son en què està.
Després, passada mitja hora, els metges vingueren per saber com estava l'emperadriu. La donzella anà a la porta i els digué que la senyora reposava, per tal com durant la nit havia estat una mica trasbalsada.
-Nosaltres ens estarem ací -digueren els metges -fins que sa majestat es desperti, car així ens ho ha manat el senyor emperador.
La donzella, que no sabia asserenar-se -ni sabia si despertar-la o no-,  estava en aquella preocupació, que li durà tant fins que l'emperador tocà a la porta de la cambra. La donzella, enutjada i sense gaire paciència ni prou discreció, anà a corre-cuita al llit i cridà amb veu baixa:
-Lleveu-vos, senyora, lleveu-vos, que la mort se us apropa! El trist del vostre marit toca a la porta i sap que amb deslleialtat, en perjudici de la seva pròspera persona, l'haveu ofès indignament sense cap causa ni motiu. Qui és aquest cruel, que ha portat tant de dolor, que es troba al costat vostre? És rei desconegut? Prego al Déu sobirà que jo li vegi posar corona de foc al cap. Si és duc, que jo el vegi acabar els seus dies en presó perpètua. Si és marquès, que jo li vegi menjar de ràbia les mans i els peus. Si és comte, que hagi de morir d'armes traïdores. Si és vescomte, que jo li vegi partir amb espasa de turc el cap fins al melic d'un sol cop. I si és cavaller, deixant de banda qualsevol mena de pietat, que acabi els seus dies en mar tempestuosa, al fons del fons. I si habités en mi tant   valor com posseïa la reina Pantasilea, jo l'en faria penedir, però el trist costum em porta a lamentar-me i a plorar.
Quan l'emperadriu veié que la despertaven amb tan mal so, pitjor que de trompeta, l'ànim no pogué donar forces a la llengua perquè parlés, ans restà immòbil i no pogué parlar. Hipòlit no entengué les paraules de la donzella, sinó que tan sols sentí la veu. I perquè no fos reconegut, posà el cap davall la roba. I veient la gran angoixa que la senyora passava, li posà el braç sobre el coll i la féu abaixar davall la roba, i li demanà quina era la causa del greu turment que patia.
-Ai, fill meu! -digué l'emperadriu-. En aquest món no es pot atènyer cap goig sencer. Lleva't! Vet ací l'emperador a la porta. En aquest moment la teva vida i la meva estan a les mans de Déu. I si jo no et puc parlar, ni tu a mi, perdona'm de bon cor, com jo et perdonaré a tu, que ara veig que aquest dia haurà estat el principi i el final de tota la teva felicitat i plaer, i el darrer terme de la teva vida i de la meva. Em causarà un gran enuig que, després de la teva mort, jo no pugui banyar el teu sepulcre amb les meves adolorides llàgrimes ni portar els meus cabells estarrufats. Dins l'església no em podré llançar sobre el teu cos mort ni robar-te'n besos freds, tristos i amargs.
Quan Hipòlit sentí dir aquestes paraules a l'emperadriu, molt es compadí de si mateix, com aquell qui no s'havia vist mai en una situació  semblant. I per la poca edat que tenia, féu companyia a l'emperadriu servint-la més amb llàgrimes que amb consell ni remei. Tanmateix, pregà a la donzella que li fes el favor de portar-li l'espasa que hi havia al recambró i, recuperant l'ànim, digué:
-Ací, davant la majestat vostra, vull prendre martiri i retre l'esperit, i tindré la meva mort per ben emprada.
En aquell instant l'emperadriu no sentí cap soroll. Digué a Hipòlit:
-Vés-te'n, fill meu, salva't en aquell recambró! I si és cosa d'importància, jo els entretindré amb raons i tu podràs salvar la teva vida, la qual desitjo que conservis amb honor i posició en aquest món.
-Encara que em donessin tot l'imperi grec i quatre vegades més que no és, jo no desempararia la majestat vostra. Vull abandonar la vida i tot quant tinc abans que separar-me de vostra altesa, i us suplico que em beseu com a fermança -digué Hipòlit.
Sentint dir l'emperadriu les paraules amunt dites, li augmentà el dolor i, així com augmentà molt en dolor, la necessitat la requerí que augmentés molt en amor. I no sentí cap soroll. Anà a la porta de la cambra per escoltar si sentiria gent d'armes o algun altre indici de mal, i veié, per una petita escletxa que hi havia a la porta, l'emperador i els metges que discutien de la seva malaltia, i així tingué ple coneixement que el fet no era greu. Tornà corrent cap a Hipòlit i l'agafà per les orelles i el besà intensament, i li digué:
-Fill meu, perquè t'estimo molt et prego que te'n vagis en aquell recambró fins que jo pugui donar alguna excusa adequada a l'emperador i als metges.
-Senyora -digué Hipòlit-, en totes les coses del món jo seré més obedient  a la majestat vostra que si m'haguéssiu comprat com a captiu, però no em maneu que me'n vagi, perquè ignoro si vénen per fer algun mal a la vostra persona.
-No tinguis por -digué l'emperadriu-, car, si així fos, hi hauria gran tumult per tot el palau, i jo bé sé que no passa res del que Eliseu m'ha dit.
Hipòlit immediatament entrà al recambró, i l'emperadriu se'n tornà al llit i féu obrir les portes de la cambra.
L'emperador i els metges vingueren al llit i parlaren amb ella, demanant-li per la seva malaltia i com s'havia trobat aquella nit. L'emperadriu respongué que el mal de cap amb el malestar d'estómac no l'havien deixada dormir ni reposar en tota la nit fins que els estels del cel s'amagaren:
-I en aquell moment, que els meus ulls ja no pogueren suportar de vetllar més, em vaig adormir, i ara em trobo molt més alegre i contenta que al principi. I em sembla que, si hagués durat més aquell plaent dormir, més bé es trobaria la meva ànima, que en una nit trobà tant de consol. Però en aquest món la persona no pot atènyer en un sol dia o nit el goig sencer, car, a causa del dolorós despertar que m'ha donat aquesta donzella, m'he alterat tant que el meu esperit ha restat en la més greu aflicció que pugui dir-se. Però si jo podia tornar a l'estat anterior, tocant i tenint en els meus braços les coses que estimo i que he estimat en aquest món, molt em consolaria. I crec que, si jo pogués atènyer això, hauria trobat paradís en aquest món i perfecció de glòria. I podeu creure, senyors, que, si jo podia tornar en aquell gloriós repòs, la meva ànima estaria tan contenta que ben aviat guariria.
Digué l'emperador:
-Digueu, senyora, què era el que teníeu als vostres braços?
Respongué l'emperadriu:
-Senyor, el major bé que jo he tingut mai i que encara estimo per sobre de totes les coses del món. I de veritat puc dir que, estant en la pietosa vetlla, em vaig adormir, i immediatament em semblà que estava en camisa i amb una roba curta de vellut, folrat de marts gibelins, de color verd, i que era en un terrat per dir l'oració que acostumo a dir als tres reis d'Orient, i que, acabada de dir la beneïda oració, vaig sentir una veu que em digué: "No te'n vagis, que en aquest lloc obtindràs la gràcia que demanes." I no tardà gaire que vaig veure venir el meu fill tan estimat, acompanyat de molts cavallers tots vestits de blanc, que portava Hipòlit de la mà. I acostant-se a mi, m'agafaren tots dos les mans i me les besaven, i em volien besar els peus, i jo no ho volia consentir. I asseguts al paviment del terrat, intercanviàrem moltes paraules de consol, amb les quals jo em vaig satisfer molt, i foren tantes i tan delitoses que ja mai més no m'eixiran del cor. Després entràrem a la cambra i, agafant-lo per la mà, el meu fill i jo ens posàrem al llit, i jo vaig posar-li el meu braç dret sota les seves espatlles, i la seva boca besava les meves mamelles. Mai no he tingut un dormir tan plaent, i el meu fill em deia: "Senyora, ja que a mi no em podeu tenir en aquest miserable món, tingueu per fill el meu germà Hipòlit, car jo me l'estimo tant com a Carmesina." I quan deia aquestes paraules, estava ajagut al meu costat, mentre Hipòlit, per obediència, estava agenollat al mig de la cambra. Jo vaig demanar-li on era la seva habitació, i em digué que l'havien col·locat al paradís entre els cavallers màrtirs, per tal com havia mort en batalla contra infidels. I ja no li vaig poder demanar res més, perquè Eliseu em despertà amb un so més punyent que el de trompeta.
-No us ho dic jo -digué l'emperador- que no parlava sinó del seu fill?
-Ai senyor -digué l'emperadriu-, que a ningú no li costà tant com a mi! En aquest braç jo el tenia, i la seva plaent boca tocava els meus pits. I dels somnis que es fan de matinada, molts en resulten vertaders. I penso que encara no se'n deu haver anat. Voldria provar, dormint, si em tornava a parlar, i perquè recuperés les delícies en què estava.
-Jo us prego -digué l'emperador- que no us poseu aquestes follies al cap, i que us lleveu del llit si us trobeu bé, car, en aquestes coses de què parleu, qui més hi arrisca més hi perd.
-Jo us suplico, senyor -digué l'emperadriu-, que, per la meva salut i pel plaer que espero aconseguir, us plagui deixar-me reposar una mica més, car tinc els ulls tots entelats de poc dormir.
-Senyor -digueren els metges-, la majestat vostra bé se'n pot anar i deixem-la dormir, que, si li traiem aquest desig, no seria estrany que la seva malatia augmentés en més alt grau que ara no és. (...)

domingo, 13 de marzo de 2016

Isabel II reina ninfomana


- En el año 1861 tuvo a María del Pilar Berenguela fallecida a los dieciocho años.
- En el año 1862 tuvo a María de la Paz de Borbón y Borbón, que fue casada con Luis Fernando de Baviera.
- En el año 1864 tuvo a María Eulalia de Borbón y Borbón, duquesa de Galliera, fue casada con Antonio de Orleans y Borbón.
- En el año 1866 nació Francisco de Asís Leopoldo de Borbón y Borbón, fallecido a las pocas semanas de nacer.