domingo, 15 de junio de 2014

El Físico puede influir en la manera de ser

¿Importa el aspecto físico a la hora de relacionarse? ¿La belleza está en el interior? ¿Qué ventajas tiene ser guapo?
Una forma de responder a estas preguntas es analizar el comportamiento de las personas en función de su atractivo físico y el de otros. Una investigación publicada en «Evolución y Comportamiento Humano», y hecha por científicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), ha concluido que las mujeres que más atractivas se sienten y que tienen una cara más simétricase comportan de forma más egoístaa la hora de decidir si ayudan a otros.
«La gente que se considera y es considerada guapa es menos prosocial (altruista) en el laboratorio. Y en la vida diaria se ve que, en general, a la gente guapa se la considera con mejores capacidades que al resto y se les trata mejor», explica el Doctor Enrique Turiégano, el director del estudio. «Los más simétricos tienen menos necesidad de ser prosociales, pues, en cierto modo, necesitan menos a los demás para satisfacer sus necesidades materiales».

El «fitness»

Según explica, hay multitud de artículos científicos que hablan de los beneficios sociales que obtiene la gente atractiva: desde las propinas que reciben los camareros a la probabilidad de ser declarado no culpable en un juicio. Y por si eso fuera poco, el atractivo físico parece estar relacionado positivamente con la fertilidad, el éxito reproductivoy la resistencia a enfermedades, un conjunto de ventajas que incrementan el «fitness» o la capacidad de adaptación de los individuos al entorno natural.
«En el fondo, desde un punto de vista biológico, es normal que lo que nos resulta interesante para reproducirnos, características de sujetos que serían ventajosas para nuestros potenciales descendientes con esa persona, nos resulte atractivo», según Turiégano.
Sin embargo, todos estos trabajos tienen en común las dificultades que supone estudiar algo tan complejo como el comportamiento humano. En este caso, se han dejado a un lado las relaciones personales y familiares y se ha definido la «cooperación» como un «comportamiento individual cuyo objetivo es maximizar el interés colectivo antes que el propio».

El dilema del prisionero

Teniendo en cuenta todo esto, los científicos intentaron averiguar si el nivel de atractivo influye en cooperar más o menos. Para ello,invitaron a 176 universitarias a participar en el juego del «dilema del prisionero»: consiste básicamente en una situación en la que dos personas que supuestemente han cometido un crimen se pueden culpar mutuamente o guardar silencio.
Si las dos guardan silencio cumplen con dos años de condena, si las dos se culpan, con cinco, y si una acusa y la otra guarda silencio, la pena es de uno y diez años, respectivamente. En lugar de años de condena, las respuestas les dieron puntos a las estudiantes que pudieron canjear por dinero real y a los investigadores pistas para analizar la tendencia de las chicas a ser más o menos cooperadoras.

¿Dónde está la belleza?

Después de obtener estas respuestas, el equipo de Enrique Turiégano intentó traducir a números algo tan abstracto como el atractivo físico, con varios parámetros que en su mayoría ya han sido usados en muchos estudios. En este caso se trataba de la simetría facial, el grado de feminidad/masculinidad del rostro, el índice de masa corporal, el índice cintura/cadera y la percepción del propio atractivo.
Según los resultados que obtuvieron, la simetría de la cara y la percepción del atractivo propio llevan a las mujeres a ser menos cooperadoras en el juego del dilema del prisionero. Esto podría deberse a que algunas personas se sienten más seguras y que necesitan cooperar menos, al tiempo que acumulan experiencias que muestran que otras personas «toleran» un comportamiento menos altruista en las personas atractivas.
De hecho, en 2010, este equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid ya descubrió que los hombres con los rostros más simétricos (y por ello, más atractivos) tendían a ser menos cooperadores.

Una cuestión de caderas

Pero no todos los resultados apuntaron en esta dirección. El equipo de la UAM comprobó que las caderas más «sexys» aumentan la tendencia de las mujeres a cooperar con otras, al contrario que la simetría de la cara y la percepción del propio atractivo.
Las mujeres guapas «son más egoístas»
WIKIPEDIA
Una cadera 1,4 veces más ancha que la cintura es atractiva para la mayoría de los hombres
Una posible explicación, es que las mujeres con un índice cintura/cadera mayor, es decir, con más grasa en la cintura, tienden a pensar más negativamente de las demás mujeres, probablemente debido a experiencias pasadas. Por ello,las más atractivas en términos de caderas acaban siendo más cooperadoras.Para los hombres de casi todos los lugares del mundo, unas caderas atractivas son 1,4 veces más anchas que la cintura de la mujer.
En otros estudios, ya se ha relacionado el tener una cintura más ancha en relación a las caderas, con la «ansiedad social» y una autoestima social baja. Sin embargo, el índice de masa corporal no pareción influir en el comportamiento, probablemente debido a lo mucho que fluctúa este factor a lo largo del tiempo.

El orgasmo para las Mujeres

Para cada mujer es algo muy distinto.
Las mujeres buscan relaciones agradables
Que las den alegría y tranquiulidad

¿Para qué sirve un orgasmo? ¿Qué función tiene? ¿Por qué lo sentimos? ¿A quién se le ocurrió que sintiésemos placer al realizar el acto sexual? ¿Quién sale ganando en todo ello? Las respuestas a estas preguntas pueden parecer obvias, pero el clímax sexual sigue ocupando el centro de muchos debates en la comunidad científica, principalmente, entre las diferentes corrientes evolucionistas. Y si el orgasmo masculino parece estar rodeado por una niebla mucho menos densa –produce, a través de los espasmos, la eyaculación, necesaria para inseminar a la hembra–, menos clara se encuentra la funcionalidad del orgasmo femenino.
Al fin y al cabo, los datos recuerdan que tan sólo el 25% de las mujeres experimentan un orgasmo en todas y cada una de sus relaciones sexuales. Y, además, el humano es un animal peculiar puesto que se trata de una de las pocas especies en las que ambos sexos disfrutan de orgasmos semejantes, excepto en el caso de algunas especies de macacos, los animales más semejantes al hombre. Pero, como suelen recordar con frecuencia los investigadores, resulta complicado averiguar si de verdad un animal ha experimentado el clímax o no.
Antes de que nadie rechiste, recordemos que el orgasmo femenino ha sidoconsiderado como superfluo para la perpetuación de la especie (de igual manera, por ejemplo, que los pezones de los hombres o un gran porcentaje de la población masculina, cuya existencia resulta redundante). Aun así, muchos han sido los que han intentado dar un sentido a la pervivencia de dicho acto propiciado por el sistema nervioso.
Según los defensores de la hipótesis poleax, el orgasmo deja a la mujer exhausta físicamente, lo que provoca que se tumbe
Algunos datos pueden darnos la pista. Por una parte, que el orgasmo de los hombres dura mucho menos que el de las mujeres y, por lo general, está asociado con la eyaculación; además, el período de refracción de los hombres (es decir, el tiempo que transcurre entre un orgasmo y el momento en el que se vuelve a sentir excitación) es mucho mayor que el de las mujeres, que pueden experimentar una sucesión de orgasmos o, directamente, apenas alcanzarlo, pero que no han de dejar transcurrir tiempo de descanso entre uno y otro.  
El orgasmo como vínculo
Volvamos al principio. ¿Por qué querría nadie experimentar un orgasmo? Los defensores de la teoría del vínculo, que fue recogida por Desmond Morris enEl mono desnudo (DeBolsillo), señalan que este proporciona una intimidad física que refuerza la unión de la pareja y, por lo tanto, favorece la consolidación de la relación. Algo fundamental para que la mujer no sea abandonada y el retoño disfrute de la protección de dos progenitores, lo que favorecerá su supervivencia.
El orgasmo femenino sigue suscitando interminables quebraderos de cabeza. (Corbis)El orgasmo femenino sigue suscitando interminables quebraderos de cabeza. (Corbis)
La hipótesis poleax ofrece una visión alternativa y ha sido frecuentemente utilizada para explicar el orgasmo. Según sus defensores, el orgasmo deja a la mujer exhausta físicamente, lo que provoca que necesite tumbarse. Dicha posición, en horizontal, ayuda a la retención del semen en la vagina y, de esa manera, garantizar que no se desperdiciará ninguna gota. A su vez, la teoría de la fecundación mejorada señala que, si bien el orgasmo no es parte en sí del proceso reproductivo, sí contribuye al mismo ya que las contracciones del útero lo ayudarían a absorber los espermatozoides.
Esta última teoría ha sido apuntalada por la conocida como the upsuck hypothesis (algo así como “la hipótesis de la absorción”). Según Robin BakerMark Bellis, los que la enunciaron por primera vez en el año 1993, el hecho de que el orgasmo sea más fuerte con las parejas que se prefieren provoca que estas favorezcan la absorción genital, algo que incluso podría provocar que se expeliese el semen retenido de anteriores parejas. Una teoría popularmente extendida que, como muchas de las que han intentado explicar el orgasmo, no gozan de buena reputación entre la comunidad científica puesto que gran parte de sus datos fueron recabados de una muestra muy pequeña de mujeres.
Por el mero placer de hacerlo
Una de las autoras más citadas en lo que se refiere al orgasmo femenino es la filósofa evolucionista Elisabeth Lloyd, que en The Case of the Female Orgasm (2005) señalaba por primera vez la posibilidad de que, simple y llanamente, el orgasmo femenino no tuviese ninguna función, y que no se trata nada más que de un reducto de la evolución al igual que son otros atributos, como los pezones masculinos anteriormente citados. Como explicaba en dicho libro, “el clítoris tiene la función indispensable de promover la excitación sexual, lo que empuja a la mujer a tener relaciones sexuales y quedarse embarazada”.
La atracción conduce al orgasmo, el orgasmo a la oxitocina y esta a la confianza
Pero ello se refiere únicamente al clítoris, y no al orgasmo, que no es necesario para que una mujer se quede embarazada. “La verdadera incidencia del reflejo del orgasmo nunca ha estado vinculada a la reproducción”, recordaba Lloyd. Según la autora, la mayor parte de investigaciones sobre el orgasmo femenino están determinadas por diferentes sesgos que conducen a la defensa de teorías endebles. “La mía no es la explicación definitiva, pero es la mejor de las que están respaldadas por la evidencia”, explicaba en una entrevista con The Guardian. Ante la crítica ejercida por el feminismo, Lloyd se defendía recordando que si bien el clítoris es adaptativo, el orgasmo no, puesto que en ese caso haría a las mujeres aumentar el número de sus descendientes.


¿Y si todo estuviese en nuestra mente? Algo que comparten hombres y mujeres es la liberación de oxitocina, la conocida popularmente como “molécula del amor”. Como puso de manifiesto una investigación realizada en la Universidad de Zúrich, inhalar dicha hormona antes de tomar una decisión de inversión junto a un compañero que las mujeres estudiadas no conocían provocaba que las analizadas estuviesen más dispuestas a arriesgar todo su dinero. O, dicho de otra manera, la atracción conduce al orgasmo, el orgasmo a la oxitocina y esta a la confianza. El círculo de la vida se vuelve a cerrar una vez más.